VIAJE A IXTAPA
Es
un día largo, nos levantamos poco después de las 5am para viajar de Querétaro a
Ixtapa. El sueño es bastante y las quejas son muchas, creo que quiero dormir
todo el camino. Interiormente me quejo contra el sueño y el dolor de cabeza que
tengo que no me deja dormir. Hace mucho frío y no quiero estar en el exterior
para no incomodarme. Tranquilamente vamos en un vehículo camino a la playa para
un fin de semana relajado y con comidas y bebidas sin control. Vamos mi novia,
su abuelo y hermana. Es un viaje que será inolvidable y todo estará perfecto.
Sólo
llevamos poco de más de dos horas cuando nos detenemos a un OXXO para poder
comprar algo para el camino de comer y beber, pues podemos hacerlo con calma
por tiempo y tenemos para comprar lo que se nos antoje, a pesar del frio
regresaremos al coche y terminaremos cálidamente en la playa…
Hay
algo muy triste que me llama la atención y pierdo cualquier preocupación de
todas las incomodidades que pudieran existir. Hay un hombre mayor dormido entre
la tienda y la gasolinera, con sólo una delgada sábana con la que se cubre del
doloroso frio. Y yo quejándome de las pequeñas cosas que me irritan o fastidian
tan insignificantes comparadas con lo que él está sufriendo.
Entramos
a comprar comida para el camino, pero no me puedo mantener tranquilo sabiendo
que no podemos hacer nada por él. Se lo comento a mi novia, la cual ya lo había
notado antes que yo y tenía la idea perfecta: comprarle un chocolate caliente y
unas ricas conchas. Puedo hacerlo, se las compramos, pero no soy lo suficiente
fuerte para dárselos, ella sí.
Lo
siguiente no puedo describirlo sin que me dé todavía una nostalgia de aquel
sentimiento. El señor se levanta asustado cuando mi novia le habla, pero la
sonrisa que se enciende en su rostro al ver el por qué es increíble, es
demasiado feliz con sólo tener un chocolate caliente y poco de pan. Todavía
recuerdo su semblante y su mano diciendo adiós por el retrovisor…
Cuesta
entender muchas veces que nos quejamos de pequeñas estupideces cuando hay
personas que tienen mucho menos que nosotros. Ese día aprendí que muchas veces
sólo necesitamos ver y ayudar con un detalle para iluminar el día de una
persona, aunque no la conozcamos.
Alex Arriaga
